CRUCES DE ESTAMBUL - UNA DELICIA TURCA DE RAQUEL G. OSENDE


«¡Evitad la fornicación: es una deshonestidad! ¡Mal camino…!».
Corán 17, 32

Esta es la historia de un breve amor extranjero, trenzada entre muchas otras historias:

Sobre Estambul, ciudad hecha de dos mitades que casi se juntan.
Sobre el Corán más desconocido.
Sobre las dudas de Darwin y las certezas de Einstein.
Sobre una flor en un hotel indio y una dama inglesa que quiere enviar galletas a Constantinopla.

Es la historia del encuentro fortuito entre Eva Rivera, brillante antropóloga y escritora que viaja a Estambul en el peor momento de su vida, y un joven historiador «de un país de nombre terrible y calor especiado», con quien deseará vivir la pasión de las odaliscas otomanas y acabará poniendo a prueba su propia concepción de la palabra «tolerancia».

Porque la verdadera tolerancia no es aceptar lo que no compartes.
Es aceptar lo que de verdad te importa y no compartes.

Sinopsis de Cruces de Estambul de Raquel G. Osende
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Saludos primaverales redondaliers. Os traigo una delicia turca. No, no un lokum como en la foto sino una de las buenas, porque creedme, están bastante malos para mí, así es que no los quiero para vosotros. Imaginad una gominola pero pringosa, a la que le ponen todo tipo de cosas y la llenan de azúcar glass, de tal forma que acaban no siendo ni gominola ni pastel. Puaj. ¿Sabéis cuántos años los sufrí y tuve que comerlos para no desairar al personal? Cada vez que iba a Turquía o recibía aquí a algún turco… ¡zasca! caja de lokum. Y yo odio la gelatina en todas sus variantes. Y es gelatina con azúcar y cosas y yo me muero de asco. Eso sí, las cajas eran preciosas; mucha gomaespuma forrada de terciopelo y trocito como de tapiz turco o primoroso tapete de abuela vintage. Tengo muchas cajas.

En fin, que prefería el raki o el ouzo que había que tomarse en Mersin con los capitanes de los buques mercantes a las ocho de la mañana (y luego había que bajar con dignidad y tacones una pasarela de tablitas y cuerdecitas hasta el muelle… pero oigan, a todo se hace una)

Ay Halukbey, Sinanbey, suerte que no entendáis una palabra de español y que es francamente difícil que con los años y sin mi apellido lleguéis al Redondal (risas).

Quizá Estambul también mereciera una buena historia. Sobre el cruce de dos mares y dos continentes. Y sobre una ciudad en la que aún asomaban las cruces cristianas entre la media luna del islam.

(G. Osende, Raquel. Cruces de Estambul (p. 89). Edición de Kindle.)

Esto no lo digo yo, lo dice Raquel G. Osende en su magnífica nueva novela “Cruces de Estambul“, y no puede estar mejor expresado para describir la antigua Constantinopla.

Personificando tal cruce y haciéndolo en cierta forma novelado, aunque parece tener mucho de vivencia personal, la autora nos presenta a Eva y Adil, ambos historiadores, española una, pakistaní otro, cristiana por herencia una, musulman por herencia y convicción otro.

Nace entre ellos una historia de enamoramiento, que no de amor – una fabulosa puntualización que hace Raquel sobre la diferencia entre la sensación y el sentimiento – que sirve de base para exponer las profundas diferencias y el choque existentes entre el racionalismo cristiano occidental que se adapta a los tiempos, y la religiosidad inamovible de un amplísimo sector musulmán que lo hace solo en superficie, como por cortesía con Occidente, en el exterior, nunca o casi nunca en el interior, en lo profundo.

―Si alguien hallara una prueba categórica de que la evolución es cierta, yo me vuelvo loco. —Ya no sonreía―. Y, si sobreviviese a la locura, me hago ateo.

Conversaciones entre Eva y Adil. Adil, conservador de Museo y culto historiador, niega la evolución porque así lo dice el Corán.

Las tres religiones llamadas del libro, cristianismo, judaísmo e islamismo (para quien no sepa la razón, por La Biblia, el Tanaj y el Corán) han sido interpretadas con mayor o menor adaptación a la modernidad… y digo bien, interpretadas, porque, sea o no la palabra de Dios, Yahvé o Alá lo que contienen no… uy no no, no me voy a meter en berenjenales teológicos… lo cierto es que pensé que la fé musulmana tan arraigada venía dada por la pobreza y la incultura pero… he conocido musulmanes cultísimos hipercreyentes – otros que no, pero los menos – no así tantos cristianos ni judíos, que además se quasi-radicalizan cuando llevan un tiempo alejados de sus raíces y… quizá quiera entenderlo, pues me he movido muchos años entre ellos, pero no llego. Tal vez, como afirma Adil cuando visita con Eva la Mezquita Azul, es que en lo religioso se sienten en casa… O porque los intermediarios no han corrompido su idea de Lo Divino…

Esa noche me di cuenta de que las dos religiones son primas hermanas y que la mayor discrepancia entre ellas consiste, sin más, en la magnitud de los pecados. Porque no es lo mismo, no puede serlo, ofender los preceptos de un montón de intermediarios que desobedecer directamente a Dios.

G. Osende, Raquel. Cruces de Estambul (Spanish Edition) (p. 134). Edición de Kindle.

Como véis, Cruces de Estambul es una novela que hace pensar. No indaga en profundidad, pero esboza lo suficiente, y sin un gramo de aridez en sus páginas, pues Raquel intercala leyendas, anécdotas y descripciones de Estambul de un lirismo sobresaliente.

Y es una novela que invita a la aceptación y respeto, a la tolerancia, a intentar ponerse en la piel del otro.

No me cansaré de afirmar que esta autora escribe con delicadeza. Leerla es muy gratificante para el alma. Curiosamente es relajante a pesar de tratar temas algo polémicos. Es lo que tiene la lírica en la prosa.

Como broche os pongo esta cita que me ha hecho soltar una buena carcajada:

Asia a un lado, al otro Europa. Y a su frente está… el puente del Bósforo, muy alto y moderno.

G. Osende, Raquel. Cruces de Estambul (Spanish Edition) (p. 37). Edición de Kindle.

No me perdería esta novela que sale a la venta el 6 de Mayo. Y que seguramente aspirará al Premio Amazon Storyteller 2022. Raquel, te deso la mejor de las suertes. Y a vosotros os dejo especificaciones y enlaces de descarga.

Id por la sombra… que va, por el sol que hay que irle dando colorcico a la piel

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